Las consecuencias sociales de la cuarentena - por Álvaro González

Con ya más de 70 días de cuarentena empezamos a ver los efectos sociales que está dejando el aislamiento obligatorio. Podemos observar cierta inestabilidad social, la cual se  agravó con los dichos del Presidente en el anuncio del pasado 23 de mayo. ‘Qué me importa cuánto dure la cuarentena, va a durar lo que tenga que durar’, afirmó. Fernández también se molestó por la angustia que se está generando en la sociedad a raíz de las medidas tomadas el pasado 20 de marzo. ‘Estamos en una pandemia que mata gente, ¿lo entendemos? Estamos en una pandemia de un virus que no tiene vacuna ni remedio, ¿lo entendemos? Quédese en su casa, cuídese y traten de sobrellevarlo lo mejor posible. Dejen de sembrar angustia’.

El Presidente cree que puede decirnos qué sentir y qué no

Aqullos dichos sólo generaron más enojo y rechazo por parte de los ciudadanos hacia la cuarentena extrema, haciendo múltiples manifestaciones en distintos puntos del país. El pasado lunes 25 de mayo miles de personas salieron a la calle con el motivo de la finalización del aislamiento obligatorio y en repudio hacia el discurso del Estado presente. Es bastante lógico el enojo por parte de distintos sectores de la sociedad que se encuentran entre la espada y la pared. Por un lado, están obligados a quedarse en casa y por otro, no pueden llegar a fin de mes. Además, el Estado en la mayoría de los casos no está presente. Punto y aparte fue lo que pasó en Córdoba: caravanas de autos de personal de la salud protestando por la insólita imputación que hizo un fiscal hacia 2 trabajadores de un geriátrico por ‘propagar la enfermedad’.

Los medios se focalizaron en algunos reclamos marginales en CABA para deslegitimar las manifestaciones

Un informe de la UAI (Universidad Abierta Interamericana) sobre las sensaciones que genera la cuarentena de la gente reveló que: el 21,7% siente angustia, 14,7% ansiedad, 12,4% aburrimiento, 10,2% inestabilidad, 7,1% irritación, 3,6% soledad, 2,6% miedo y el resto contestó que le genera indiferencia. Estas estadísticas, en donde predomina la angustia, fueron realizadas días antes del 23 de mayo. Lo que tiene que entender el Presidente es que uno no se angustia solamente por estar encerrado en su casa, sino que son una cantidad infinita de cuestiones (económicas principalmente) que hacen que uno pueda anticipar la Argentina que se viene.

Sesenta días tardó el gobierno en darse cuenta que el virus podría meterse en los barrios vulnerables; sesenta días demoró el comité de expertos, (al mando de un ministro de salud que dijo días antes de comenzar la cuarentena, que el virus no iba a llegar) en descubrir que la mejor solución era testear. Son consecuencias que terminamos sufriendo todos nosotros, una sociedad dividida entre fanáticos que apoyan irracionalmente a un aparato político (sin importar los efectos que se produzcan a nivel negativo) y el resto de la sociedad ‘los anticuarentena’, los que piden a gritos poder volver a trabajar, los que no llegan a fin de mes y los que en definitiva, terminan siendo los que mantienen a estos fanáticos que se autoproclaman “protectores de la salud”.


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